Todo esto nos decimos a veces a nosotros mismos, de nuestros actos, pensamientos, furcios, palabras. A cada uno de esos juicios, le sigue o antecede un diálogo mental en el que ocupamos muchísimo tiempo y energía. Escudriñamos motivos, comparamos, asignamos culpas, suponemos, sacamos conclusiones erróneas, viajamos en el tiempo hacia adelante o hacia atrás… y todo todo en un ruido, que pocas veces genera algo novedoso o superador. Me gusta usar en las clases un concepto que es el de «Perdón instantáneo». Simple. Al error – pongamos por caso, olvidar una postura, equivocar de lado, caer o trastabillar – se le responde con un perdón instantáneo y se sigue, no entramos en el lodazal de los porqué, mientras estamos en el fluir de la serie. Inhalo, exhalo y continúo. No dialogamos, ni buscamos hacia atrás, ni nos montamos en un estado de rumiar sobre lo sucedido. Nada de eso importa. Seguir. Seguir. Seguir. Y eso amo del Ashtanga también. Su continuidad, su invitación a no aferrarse ni a las posturas, ni a los errores, ni a los motivos. Buen día. Buena semana de prácticas, pensamientos e intenciones. Perdón Instantáneo. Y para el pensamiento, piedra preciosa, guardar un espacio novedoso, con menos ruido y más posibilidades de un análisis real que genere cambios, quietud y movimiento, conscientes.

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